2024 ha sido un año transformador. Para transformar, lo primero es tener la intención de querer transformar, y no hay nada que más anhelase que un cambio hacia lo sostenible, lo sosegado, lo natural, lo primal. Ha sido una transformación desafiante, multifactorial y profunda. Era lo que necesitaba.
Este 2024 irrumpió en el cuarto mes de lo que serían 6 meses en total de baja laboral. Esta baja comenzó en septiembre de 2023 y acabaría en febrero del siguiente año. Llevo años sufriendo dolor crónico diario constante y difuso. He perdido la memoria de algún día donde no haya sentido molestias o dolor. Es un dolor inexplicable, por lo menos para la docena de doctores, fisios, osteópatas, reumatólogos, quiroprácticos, psicólogos y médicos por los que he pasado.
Este 2024 irrumpió en el cuarto mes de lo que serían 6 meses en total de baja laboral.
Tengo que remontarme al 2023 para dar un poco de contexto, y es que ese año fue el culmen de mi dolor. ¿Te imaginas no poder sentarte más de 15 minutos seguidos sin un pico de dolor y molestia agudas? ¿No poder hablar por el dolor de mandíbula? ¿Levantarte todas las noches a las 3 de la mañana porque hasta estar tumbado te cuesta y tener que estirar para poder conciliar el sueño? ¿Levantarte todas las mañanas como si una apisonadora hubiese pasado por encima de ti hasta mezclarte con el pavimento? No solo trabajar me superaba, la vida me superaba.
Era una situación que no había ocurrido de la noche a la mañana, sino que se había ido formulando y acrecentando a lo largo de los años. En un inicio lo achacaba a una higiene postural mejorable, pero según se iban aconteciendo los dolores dejaba de tener sentido. Y es que alguien con 28 años no debería sentirse como si tuviese 80. Una vez gente cercana a mí me hizo ver que necesitaba dar con una solución, hice algo impropio de mí: priorizarme. Así que pedí la baja laboral.
No solo trabajar me superaba, la vida me superaba.
A raíz de la baja comencé a documentar mis dolores. Leyendo mis diarios y notas, el César del pasado me produce ternura y compasión. Me gustaría alentarle y decirle que los dolores no cesarán (de momento), pero la percepción de ellos cambiará y serán transformados.
Tenía que adentrarme en la desesperación y en el sentirme acorralado por mis achaques para que mi motivación fuese inquebrantable. Siempre he sido una persona (pro)activa, que lucha incesantemente y es que esa lucha continua era parte del problema. Necesitaba dejar ir. Y no era una rendición, sino aceptación.
Así que sin saber qué construir, decidí reconstruirme. Gimnasio, natación, escalada, calistenia y pilates fueron las herramientas que elegí. Empecé con peso muerto. 60 kg estremecían y llevaban a mis músculos al límite. Y luego fueron 80 kg, 100 kg, 120 kg y... 150 kg, el doble de mi peso corporal. La medicación recetada por mi reumatólogo para aumentar mi serotonina decidí complementarla con meditaciones diarias. Unos 20-40 minutos. A día de hoy llevo más de 80 horas totales meditadas.
Necesitaba dejar ir. Y no era una rendición, sino aceptación.
Hallé una nueva psicóloga con la que he estado y estoy trabajando un montón de heridas emocionales que, de alguna forma, afectan a mis dolores físicos. Es increíble el poder de la mente y cómo antes era lo que más preciaba de mi cuerpo, olvidando que la mente está al servicio del cuerpo y no al revés.
Aunque no he bebido nunca mucho y apenas soy de tomar refrescos, empecé a ser de los que siempre piden agua con gas. Daba paseos diarios, tomando el sol y tomando nota del bullicio de mis pensamientos, para observarlos sin juicio y dejarlos ir. No todos los días hacía todo. Algún día me permitía fallar, pero nunca nunca podía fallar dos días seguidos. Y... empecé a ver cambios.
Mi mente no parecía tan nublada. Empecé a conectar con emociones que eran muy ajenas a mí, como la rabia o la tristeza, ya que llevaba muchos años disociado. Empecé a cambiar el debo por el quiero. Empecé a priorizarme. En estos primeros meses de 2024 tomé dos decisiones: debía cortar con mi actual pareja y dejar la empresa para la que había trabajado 7 años como desarrollador de software. Dos decisiones que me costaron mucho ya que han constituido una parte esencial de quien soy como persona.
Empecé a cambiar el debo por el quiero.
Comencé a elegir de nuevo qué es lo que quería y de qué forma. Continué con nuevo ímpetu proyectos personales como el podcast del cual soy host (Colivers Club) y la escritura de un libro que será publicado con una editorial. Porque esos proyectos me llenan y me motivan.
Dejé de identificarme tanto con mi mente y me puse a vivir más en mi cuerpo, reconectando con el baile y el pilates. Incorporando el movimiento constante como parte fundamental de mi vida. Cuando me muevo y vivo más en mi cuerpo, el dolor aminora.
En marzo me dieron un piso de alquiler que tanto había esperado, ya que suponía establecer una base cerca de mis amigos más cercanos. Fue un proceso arduo y revigorizante el convertir una casa vacía en un hogar. Opté por crear la mayoría de los muebles con madera y bloques de hormigón: la estructura de la cama, las mesillas de noche, el sofá y la estantería del salón. Esto fue un gran recordatorio de volver al plano físico y no permanecer tanto en el digital. Nunca había sentido tan mías cuatro paredes; siempre he sentido que estaba de paso, pero esta vez me permití echar raíces.
En abril viajé a París por primera vez, donde reconecté con las ganas de viajar y conocer.
Pasé unas semanas en Chateau Coliving, conviviendo con una docena de nómadas en un castillo del siglo XII. Conocí este lugar gracias a una entrevista que realicé a Katia. Tuve que volver antes de tiempo, muy a mi pesar, pero añoro el momento en que volveré. Es sin duda un lugar verdaderamente mágico.
Pude dar una charla en Codemotion Madrid después de una pausa en mi vida como ponente tecnológico. Fue acerca de Hábitos Atómicos aplicados con una aplicación que desarrollé para hacer un seguimiento de mis rutinas, que tanto me estaban sirviendo este año.
En junio fui a mi primer retiro, donde, en línea con el trabajo personal que he estado haciendo, fui deconstruyendo aún más quién era. Hice un pequeño video acerca de la experiencia, dando además mis primeros pasos en la edición de video y cinematografía, piedras angulares del aprendizaje que he realizado este año.
A finales de junio fui al Bansko Nomadfest en Bulgaria. Un evento al que fui invitado a ir por mis colaboraciones con Mapmelon, que es con la maravillosa gente con la que hago el podcast de Colivers Club. Fue un total descubrimiento: conecté con un montón de almas y me llené de energía para seguir el camino que estaba recorriendo.
Ya no daba tumbos, comenzaba a caminar. Participé en todas las actividades posibles e incluso impartí un taller de bachata y, de alguna manera, acabé en un concurso de talentos, donde fui escogido para cerrar el evento bailando una bachata en pareja. Hice entrevistas para mi podcast. Comencé a crear contenido también para subirlo a YouTube, Instagram y TikTok. En este proceso, me enamoré definitivamente de la edición y el filmmaking. El Bansko Nomadfest fue una semana, pero pareció una vida. Escribí acerca de mi experiencia en este artículo.
Ya no daba tumbos, comenzaba a caminar.
Fue durante esta semana cuando anuncié que dejaba el trabajo. Dejé el trabajo sin saber cuáles serían mis siguientes pasos. Tenía muchas esperanzas... pero ningún cliente, ya que sabía que quería probar como freelancer. ¿Temerario? Puede. ¿Acertado? Sin duda. A la vuelta de Bulgaria devolví mi portátil de empresa, me despedí de mis compañeros y me hice autónomo. Quería estrenarme como autónomo en el ambiente que necesitaba en ese momento: viajando.
Mi primer destino: Czechia.
Estando allí me enorgullece haber creado este pequeño video. A esto lo siguió Budapest.
Y luego continué hacia Sofia, donde además di una charla en el BeerJS.
Finalmente acabé en Burgas Coliving, donde fui como colaborador para crear contenido, hacer entrevistas para mi podcast y como embajador de Mapmelon escribiendo acerca de mi experiencia en el coliving. Durante mi estancia fui a mi primer congreso de Salsa y Bachata y bailé todo lo que tenía que bailar. Fue una experiencia vital que siempre recordaré.
En el coliving me centré en acabar mi web, crear contenido y empezar a buscar clientes. Mandé correos, mensajes, escribí posts... y hubo poco resultado: algunos leads, pero nada concreto. ¿Tan corta iba a ser mi carrera como freelancer? Y justo durante la última semana de mi estancia conocí al fundador de Lightspace, una agencia de nómadas digitales y creativos. La conexión fue inmediata. Decidimos colaborar juntos.
A mi vuelta a España después del verano, se celebró la boda de mi hermano Marcos, con el que también comencé a colaborar este año creando su web y marca personal. Además, estamos haciendo una serie de videos donde me está enseñando acerca de cinematografía.
Di una charla en la GDG Santiago de Compostela y en la Codemotion Milan.
Se me inundó el piso. Ah, y de alguna forma he acabado como figura prominente de la comunidad de vecinos, ya que creé un grupo de WhatsApp con la idea de compartir aficiones y vida con los vecinos en pos de una convivencia más cercana. ¿Funcionó? Bueno, a medias, pero estamos en proceso.
A principios de noviembre me dirigí a Cádiz para pasar un mes en Eco-living Finca la Palmera. Fue una desconexión bien necesaria, rodeado de campo y buenas intenciones. Allí modifiqué en gran medida mi alimentación, optando por una nutrición carente de alimentos inflamatorios. Sin cereales (excepto quinoa y arroz), sin lácteos, sin azúcares (incluyendo los ocultos como el almidón de maíz), comiendo comida lo más "real" posible. Empecé a aplicar calma digestiva por la noche, es decir, como cuando hay horas de sol, lo que supone que el tiempo entre mi cena (si la hago) y desayuno es de más de 12 horas.
Mis desayunos pasaron a ser comidas, como un filete de pollo con verduras y arroz a las 09:00. Nunca he tenido tanta energía de una forma tan sostenida e invariable. Y para culminar, una suplementación hecha a medida por personas que me están cuidando como nunca antes me habían cuidado.
En el coliving creé contenido y aproveché para practicar con la nueva cámara réflex que me regaló mi hermano para documentar mis viajes. Estoy muy agradecido de poder compartir esta nueva pasión con él. En el coliving hice dos paellas. Dos.







Volví a Madrid. Escalé. Escalé. Escalé. Hice mi primer 7A. Diseñé una rutina donde la urgencia no existe.
Mis mañanas consisten en pasear por el campo, hacer deporte e ir a escalar. Empecé a tomar duchas de agua fría (solo al final, no soy tan valiente) y a dejar las pantallas por la noche. ¿Cuál es el objetivo de todo esto? Volver a lo natural. Volver a lo que es "normal" para los humanos. Estaba intoxicado de estrés. Y el estrés inflama. Un estrés crónico altera el cuerpo y la mente, lo desajusta. Esto, lo voy a revertir. Con calma y empatía, sabiendo poner límites y escuchar lo que necesito.
¿Cómo me encuentro? Bien. No es un bien desde el no lo sé o un bien desde la disociación. Tampoco desde el querer enmascarar el dolor para no preocupar a quien pregunta. Es un bien desde la consciencia, desde la mesura y desde la ilusión. Desde las ganas de volver a comerme el mundo de una forma sostenible, priorizando mi salud y atesorando mi energía para dedicarla a aquellas cosas que me llenan.
Quiero terminar dando las gracias a todas las personas que han participado en mi año con su cariño y afecto. Os veo.
¿Cómo ha sido tu año?